Una suposición, que ha resultado generalizada en los países donde estamos aplicando la vacuna en contra del Virus del Papiloma Humano, es en torno a que va a propiciar una conducta “libertina” o más irresponsable de las adolescentes vacunadas. El razonamiento parece de sentido común, pero las evidencias recientes en un estudio británico parecen contradecir el argumento.
La vacuna ha demostrado a la fecha un buen perfil de seguridad, se han puesto en evidencia pocos efectos adversos con un bajo riesgo y, en relación con su eficacia, se han demostrado concentraciones sostenidas de anticuerpos contra el virus a lo largo de más de diez años en las primeras adolescentes a quienes se les aplicó la vacuna; incluso hay evidencia de una baja posibilidad de infección por el virus en el cuello de la matriz, que es uno de los lugares más frecuentes en los que causa cáncer. Por supuesto, las evidencias internacionales publicadas sostienen que la población a quien debe dirigirse en principio la vacuna es a las y los adolescentes antes del inicio de la vida sexual, es decir, antes de que exista la posibilidad de su exposición al virus, o por lo menos antes de cumplir los 18 años de edad.
Conforme avanza la edad de las personas, va perdiendo eficacia por dos razones fundamentales: primero, la respuesta inmune no parece ser tan eficaz y, segundo, que más adelante en la vida crece exponencialmente la posibilidad de haber tenido infección por el virus, que puede permanecer en el epitelio durante muchos años de forma asintomática.
El estudio británico publicado por la doctora Laura Sadler, de la Universidad de Manchester, demuestra conductas sexuales de menos riesgo entre las jovencitas vacunadas, en comparación con las no vacunadas. Los investigadores involucrados en el estudio compararon las historias de comportamientos de alto riesgo, como no utilizar condones, iniciar las relaciones sexuales antes de los 15 años, tener seis o más parejas sexuales y la ingesta de alcohol dos o más veces por semana.
Los resultados arrojaron que las adolescentes vacunadas tienen menos conductas de riesgo en comparación con las no vacunadas. La explicación del fenómeno no está clara, requiere de más investigación, pero los autores esgrimen que quizá la población vacunada tiene mejor educación sexual tanto en casa como en la escuela, lo que las conduce a ser más precavidas en todo lo relativo al ejercicio de la sexualidad, y a concebir como algo valioso la preservación de la salud.
Lo que queda claro es que, por supuesto, los programas de vacunación, a nivel de los gobiernos, deben estar acompañados de contenidos educativos, y en particular con esta vacuna, que se aplica al final de la infancia e inicio de la pubertad. La educación debe ser lo más temprano posible para propiciar el auto-cuidado como valor fundamental. Y, por supuesto, los contenidos también contribuyen a la prevención del embarazo adolescente.
Raymundo Canales de la Fuente 15/02/2015 02:34
http://www.excelsior.com.mx/opinion/raymundo-canales-de-la-fuente/2015/02/15/1008402
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